Bajo emisivo, el cristal inteligente

El punto débil de cualquier casa, en lo que a eficiencia energética se refiere, son siempre las ventanas. Si Canexel puede presumir de construir casas ecológicas es en gran medida gracias a la instalación del cristal inteligente Guardian Sun en todas nuestras viviendas. Estos cristales se caracterizan  por ser bajo emisivos y protectores solares, lo que unido a su aislamiento térmico reforzado generan un ahorro energético y una eficiencia que hacen de nuestras casas de madera un ejemplo de construcción sostenible.

La baja emisividad de los cristales se refiere a la capacidad que tienen para evitar que la temperatura del interior de la casa se pierda a través de la superficie del cristal. Dos vidrios componen nuestras ventanas, y la cámara de aire existente entre ambos es la que consigue el aislamiento térmico y lo que evita la pérdida de temperatura que sí tiene lugar en las ventanas que cuentan con un único vidrio. Este sistema consigue que se ahorre hasta un 40% de aire acondicionado en verano y un 60% de calefacción en invierno.

Además del ahorro energético, los cristales Guardian Sun aportan un control solar inteligente. El vidrio exterior cuenta con una lámina de control solar que supone una eficaz protección contra la radiación. De hecho, tan sólo el 42% de la energía solar se transmite a través de nuestras ventanas.

Nuestros cristales inteligentes cumplen con el Plan de Acción para la Eficiencia Energética (PAEE+) del IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) y, además, contribuyen a obtener la Certificación Energética de los Edificios. Así, muchas de nuestras construcciones han conseguido la certificación A, como por ejemplo la vivienda unifamiliar Utah-House situada en Valdemorillo.

Pero la eficiencia energética no es la única función de nuestras ventanas. La luz tiene una importancia vital en todas nuestras construcciones, ya que en Canexel consideramos que la iluminación natural de una casa es uno de los aspectos más relevantes para la vida dentro de ella. El hecho es que los ritmos biológicos de las personas se adaptan a los cambios diarios y estacionales de la luz. No sólo eso, sino que una mejor y mayor iluminación natural de una casa implica, consecuentemente, una menor iluminación artificial, lo que redunda tanto en ahorro energético como en la habitabilidad de la propia vivienda.